viernes, 20 de agosto de 2010

VIOLENCIA Y ESCUELA

Información del sitio:

http://opensadorselvagem.org/mundo/nosotros-los-latinos/la-violencia-en-las-escuelas-latino-americanas

Carlos Venturelli



Los niños y niñas afirman que la escuela es uno de los lugares donde, para ellos, la violencia se manifiesta de manera más frecuente. Solamente cinco países del continente poseen leyes específicas contra la vilolencia practicada por maestros, funcionarios y compañeros.


Una investigación llevada a cabo por la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia señala que la violencia se da en diferentes formas, ya sean de los profesores hacia los niños y especialmente de los de mayor edad a los de menor edad, que normalmente tienen que obedecer bajo amenazas, a las órdenes de los mayores. En el caso de no someterse a los maltratadores, estos les hacen objeto de burlas y golpes.













Algunas escuelas todavía utilizan métodos arbitrarios y dolorosos de castigo, como arrodillarse sobre maíz o arroz, castigos físicos con la regla o el borrador de la pizarra, tirones de oreja o del pelo.


Estas costumbres autoritarias, aún no se han extinguido, a pesar de que algunos países impulsan reformas educativas desde hace varios años, con el fin de democratizar los métodos educacionales.


Según la coordinadora “los niños, niñas y adolescentes piensan que los docentes necesitan capacitarse en los derechos de la niñez y que son muy responsables en la eliminación de la violencia en las escuelas”


Las escuelas latino-americanas se han convertido en lugar de riesgo para los niños y principalmente para las niñas que por su condición de genero son más vulnerables a este tipo de agresiones y al acoso sexual.


La violencia física, la psicológica y el acoso sexual son, según los testimonios de los propios niños, prácticas cotidianas.
la consecuencias de estas formas de violencia varían según el grado, intensidad y frecuencia de la misma, pero las repercusiones pueden ser desastrosas a corto o largo plazo.


Según señala el informe, los daños físicos y psicológicos son factores que perjudican seriamente la capacidad de apredizaje de los niños. La exposición temprana y prolongada a las conductas violentas, aún como testigos, puede tener un impacto muy negativo en la maduración del cerebro de los pequeños, todavía en fase de desarrollo.



Entre las muchas secuelas negativas que pueden quedar para toda la vida, se destacan la inseguridad, los problemas emocionales, la obesidad, la adopción de comportamientos de riesgo para la salud, como el consumo de drogas, relaciones sexuales precoces adicción al tabaco o la bebida.



Cerca de 58% de los niños escolares de América Latina, están desamparados frente a la violencia ejercida por maestros y personal de las escuelas, al no haber en la mayoría de países de este continente una legislación al respecto.

Sólo cinco países de latino-américa poseen leyes que prohiben expresamente el castigo corporal en las escuelas. Son Ecuador, República Dominicana, Honduras, Venezuela y Haití.



El informe presentado en la ONU el 2006 destaca algunos principios fundamentales, reflejados en estas recomendaciones:



- Ninguna forma de violencia contra los niños, niñas y adolescentes es justificable. Nunca deben recibir menos protección que los adultos.

- Toda violencia contra los niños, niñas y adolescentes es prevenible. Los Estados deben invertir en políticas y programas basados en evidencias para abordar los factores causales de la violencia contra los niños.

- Los Estados tienen la responsabilidad primordial de hacer que se respeten los derechos de la infancia a la protección y al acceso a los servicios, y prestar apoyo a la capacidad de las familias para proporcionar cuidados a los niños en un entorno seguro.

- Los Estados tienen la obligación de garantizar que rindan cuentas los que cometan actos de violencia contra los niños y niñas.

- La vulnerabilidad de los niños y niñas a la violencia está relacionada con su edad y capacidad en evolución. Algunos niños y niñas, debido a su género, raza, origen étnico, discapacidad o condición social, son especialmente vulnerables.

- Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a expresar sus opiniones y a que éstas se tengan en cuenta en la aplicación de políticas y programas.

Fuente: “Acabar con la violencia contra los niños, niñas y adolescentes”, Paulo Pinheiro, 2006.

VIOLENCIA Y ESCUELA

Información sacada del sitio:

http://www.mexicanosprimero.org/maestros/blog-mexicanos-primero/288-violencia-y-escuela-.html


Violencia y escuela



Miércoles 2 de junio de 2010.

¿Qué tiene que pasar para que se ejecute al director de una primaria, delante de los niños (Escuela Vicente Guerrero, Durango), o para rociar de balas a oponentes en la reja de la escuela (Escuela Chihuahua 2000, en esa ciudad), como se reportó en ese fatídico lunes que apenas pasó?


Alguien puede decir que son sucesos aislados, "daños colaterales" en la irritación resultante de una lucha nacional contra el narco. El asunto es que esa violencia que parece sobrevenir de fuera no está sola. Muchas veces, tristemente, corresponde con la violencia dentro de la escuela.


No debemos circunscribir el fenómeno al llamado "bullying". El hostigamiento violento entre pares por parte de los niños y adolescentes es muy lamentable, pero no es la única posibilidad; hay también violencia entre los adultos, y de los adultos con respecto de los niños. Por ello es más preciso y completo hablar de "violencia escolar". Me referiré a ella no sólo considerando actos explosivos de daño físico concreto; el maltrato -sea abuso verbal, discriminación, burla, humillación- incluye también las actitudes, y puede englobar a la comunidad escolar entera: ir a la escuela puede experimentarse como agresión, por la hostilidad sufrida en el salón, en el patio, a la salida.


















Los expertos más renombrados -Peter Smith, inglés, y Christina Salmivalli, finlandesa- reconocen un doble movimiento en estudios comparativos a lo largo y ancho del planeta: hay un efectivo aumento de agresión en el contexto escolar, y además hay una visibilización que en el pasado permitía a padres y autoridades desentenderse de muchas situaciones que son objetivamente graves.


Me explico: los menores escolarizados fueron, buena parte de los siglos XIX y XX, parte del sistema "golpessori"; se veía normal y se considera tolerable -o hasta deseable- que hubiese castigos corporales en la escuela. Una sociedad machista, vertical, autoritaria propició que el abuso físico se considerara parte del proceso de aprendizaje. "La letra con sangre entra", fue la divisa de humillaciones a los alumnos de menor desempeño; vamos, a veces fueron -espero que ya nunca más- los propios padres los que incitaban a los maestros: "usted péguele si no le hace caso".





Si consideramos, como nos propuso el ya legendario texto de la UNESCO conocido como el Informe Delors, que la escuela es centralmente un espacio destinado a aprender a ser y a aprender a convivir, la violencia es una de las más brutales contradicciones de la escuela. La escuela, como dispositivo cultural que usa una sociedad para reinventarse, para volver a creer en sus propios ideales, para reactivar sus aspiraciones de justicia, no puede ser violenta. La escuela violenta es una contradicción en los términos, el suicidio de la congruencia.


Como humanos que somos sería falta de realismo suponer que en un espacio de tantas horas de convivencia no surjan desavenencias, o que no caiga alguno en la tentación de imponerse por la fuerza física; muy distinto es desertar de la obligación clara y permanente de los educadores para hacerse responsables del buen trato y de la colaboración digna, formativa y satisfactoria.















¿Por qué puede instalarse la violencia en la escuela? Básicamente por un mecanismo de transferencia: abuso y sumisión son la mayor parte de las veces conductas que se inician en el hogar y se llevan a la escuela. De ahí la gran responsabilidad de los padres y madres: ¿qué aprendieron de ti, de tus actitudes y formas de enfrentar el desacuerdo?; ¿está bien pegar primero y luego averiguar?; ¿estar grandote te da derecho al despojo y a la grosería?; ¿vales poco y es normal que te maltraten?; ¿no te puedes esperar una intervención inmediata de un adulto que impida el daño y sancione la ofensa?


Más aún: es psicopedagógicamente demostrable que el abuso y la sumisión son actitudes minoritarias: verdugo y víctima suelen ser casos extremos e identificables. Pero lo que más espanta es la multitud silenciosa y cómplice. Si educamos en casa -y reforzamos en escuela- que lo mejor es no intervenir, dejar que pase y suspirar aliviados de que "no nos tocó", o peor, hacer el juego y la comparsa festejando al abusivo, entonces no esperemos que acabe la violencia escolar. Es más, no esperemos que acabe la violencia fuera de la escuela, porque el principio es el mismo: el abuso se da por un abusivo y un contexto de impávidos, negligentes y/o cobardes. ¿Es duro lo que digo? Tal vez, pero creo que la indignación lo amerita.
Continuaré en la próxima entrega, pero le dejo un pensamiento: los grandes crímenes universales, como los genocidios contra gitanos, judíos, indios americanos o armenios, sólo fue posible por la pasividad de los muchos ante la violencia de pocos.